Colombia, 2013-2017

Exposición: Galería BAT, Terni, Italia.

Este proyecto es la consolidación de una idea, un sueño que comienza con un viaje hace años a Colombia. Cuando uno va, sorprende el paralelismo que existe entre ambas culturas, española y colombiana. También sorprende la vinculación que ellos tienen con España y nosotras no somos conscientes. La “Tierra Madre”, que ellos llaman, permanece ajena a lo que ocurre al otro lado del mar, no hay la misma reciprocidad. Entonces te planteas como serías tú al otro lado, los espacios que habitarías, a quién conocerías; todo aquello que acabaría formando parte de nosotras mismas y que nos define.

Luego llegas e investigas sobre su memoria, que resulta ser parte de la tuya. El 90% de apellidos en Medellín son vascos. Dado mi ascendencia vasca, piensas que tal vez estas conociendo a parte de la familia que emigró. De ahí viene el interés de construir el propio imaginario en otro lugar, ver de qué manera se solapan las historias, los lugares, las personas. Y las emociones. Y ver cómo los miedos que se van repitiendo en mis fotografías viven también en estos lugares. La soledad, la memoria, como eje central; mujeres que viven una vida y sueñan con otra, el anhelo de un mundo diferente donde no hay conflicto, donde se puede ser feliz sin tener que estar luchando continuamente, donde cada uno puede construir y elegir el mundo que quiere. En estas fotografías imaginamos esos mundos que, como dice Paul Éluard, están dentro de este. Tal vez solo se trate de encontrarlos. Esa búsqueda esta vez es en Colombia. Introduciéndonos en esas realidades tal vez podamos encontrar la nuestra. Una búsqueda guiada por la intuición que te va mostrando el camino, gente que te lleva a aquellos lugares que, sin saber por qué, sientes como parte de ti.

Estas fotografías están hechas en Santa Fe de Antioquia, la primera capital del país, la primera ciudad que los españoles construyeron y donde establecieron el punto de partida de un mundo diferente del que venían. Es un buen lugar donde comenzar la búsqueda. La naturaleza, como salida de un libro de Julio Berne aparece totalmente desproporcionada, exuberante, pletórica e integrada en las ciudades, no tan grises como las nuestras. En las casas huele a chocolate, a chocolate de verdad, con la semilla machacada; también huele a madera encerada y la luz se filtra iluminando aquellos rincones que te hacen viajar a la infancia, la casa de los abuelos, los veranos donde se desayunaba tortas de maíz que para ti son talos y ellos llaman tortillas. Por eso hay continuas referencias a ese tiempo, como Ifar Koia, la casa de Zarauz que mi abuelo construyó. Golpes de memoria que se confunden con la propia historia y acaban fundidos para formar una sola, que te define y donde encuentras explicación a por qué eres como eres y no de otra manera, viendo las interferencias entre ambas culturas a través de la construcción del imaginario propio.

Las fotografías están realizadas en dos viajes, 2013 y 2017. La niña ha crecido, su espacio también ha cambiado los años. Sigue siendo ella, pero con la visión que da el paso del tiempo. El lugar donde decimos crecer y desarrollarnos, aprender y desaprender, para volver a esa niña que fuimos.