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#DIARIO DE UNA ESPERA

Madrid, 2020 

Colección COVID19 UAM 

Exposición. Sala de Exposiciones del Campus de Cantoblanco (Plaza Mayor) 

Exposición. Museo de Artes y Tradiciones Populares-Centro Cultural La Corrala 

 

“Diario de una espera” consiste en la narración visual de mi día a día durante el estado de alarma. Responde a una necesidad vital de habitar el espacio, de anclarse al tiempo, de poder expresarse a través del arte y sostener emocionalmente una situación que no podía comprender ni procesar a la misma velocidad que iba ocurriendo. Son 100 imágenes que corresponden a los 100 días que duró el confinamiento, desde el 14 de marzo al 21 de junio.  

Cada fotografía representa una pequeña historia. La mayoría están hechas en mi casa, algunas en casa de mi madre, donde iba cada 15 días a llevarle comida y medicinas. Después se añaden fotos de cuando pudimos empezar a salir, con los cambios de fases y restricciones.  

Este trabajo personal fue el detonante para crear un proyecto mucho más amplio, en el que participó mi alumnado de grado en educación primaria. Mi madre se incorporó un poco después, enviándome una imagen cada día. Fue la manera que se me ocurrió de estar unidas, de generar una rutina, una tarea diaria, una motivación. Pasado un tiempo, se unió también su prima, que vive en Bélgica, y mi sobrina, que es enfermera y no paró de trabajar en el hospital. 

Cada día subíamos una imagen a Instagram con los hashtags #eaencasa #yomequedoencasa #diariodeunaespera, generando una apertura y permitiendo a las demás personas entrar en nuestra cotidianidad y tener acceso a nuestros espacios personales. Se abría, a su vez, el debate sobre cómo mantener un equilibrio entre el ámbito público y el privado, algo difícil de gestionar cuando tu vida transcurre en el hogar y no puedes salir. 

Se creó un diálogo visual entre todas las imágenes, mostrando realidades diferentes, bajo el prisma circunstancial que cada persona vivía esos días. Fue una manera de sostenernos emocionalmente, de acompañarnos y cuidarnos en red. Generar una comunidad aunque no pudiéramos estar en un mismo lugar. El espacio virtual se convirtió en ese lugar común donde veíamos nuestras caras a través de pantallas, donde podíamos empatizar y comprender que la experiencia individual iba construyendo una realidad grupal, aportando visiones diferentes ante un mismo hecho. Una forma de conocernos y compartir momentos cotidianos y vitales. 


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